Comentario
Las noticias referentes a la primera catedral de León se rastrean a través de la versión pelagiana, de la Crónica de Sampiro.
La diócesis de León tuvo su origen en el proceso de reconquista de los territorios meridionales. En el año 860, en un privilegio de Ordoño I (850-886), se menciona la diócesis y al obispo Fruminio I (h. 860-h. 875). Pero el auténtico protector fue Ordoño II (914-924); tras el triunfo sobre los musulmanes en San Esteban de Gormaz, et reversus est rex cum magno triurnpho ad sedem legionensem, trasladó la corte desde Oviedo a León y promovió entusiásticamente el culto en la iglesia principal de Santa María y San Cipriano.
El proceso creacional se completó con la legitimación espiritual del templo mediante el traslado de las reliquias de San Froilán, obispo de León fallecido en el año 905, y con la institucionalización del boato palatino de la corte asturiana con su propia coronación como rey.
Prosigue Sampiro su "Crónica" con algunas indicaciones, entre las que destaca la dotación de la iglesia; el rey dio al obispo Fruminio II (915-928) un conjunto palaciego construido sobre unas grandes termas romanas, convertidas por Ordoño I en aula regia, su casa con alhajas y otros bienes, junto con las rentas de distintas villas e iglesias repartidas por el territorio legionense.
La primera catedral de León respondía al modelo de cabecera tripartita, con capillas dedicadas a Santa María, El Salvador y San Juan Bautista, un pórtico en el que consta la celebración de asambleas a lo largo del siglo X, y el monasterio capitular en el que residía el obispo.
Las notas que sintetizan la información emanada de las crónicas, tales como el decidido apoyo real, el boato y la riqueza con que se dotó, el culto a las reliquias, la planimetría basilical y la existencia de un pórtico inducen a plantear la hipótesis de que estamos ante una capilla palatina, heredera de las erigidas por los monarcas asturianos.